Un buen amigo mío suele recordarme que lo más difícil es cerrar etapas. Pero lo que nunca me dijo es que cerrar etapas te permitía abrir otra nueva.
«Cerrar ciclos. No por orgullo, ni por incapacidad, ni por soberbia, sino porque, sencillamente, aquello ya no encaja en tu vida. Cierra la puerta, cambia el disco, limpia la casa, sacude el polvo. Deja de ser quien eras, y transfórmate en el que eres.»
Paulo Coelho
Y por eso me adentro en una nueva etapa de mi vida, me voy a cumplir un pequeño sueño que siempre estuvo ahí pero que poco a poco fue in crescendo.
Toca cruzar un mar, un océano y dos continentes. Toca ser inmigrante y vivir durante seis meses en el continente más alejado y olvidado, Oceanía. Toca descubrir la isla más grande del mundo, Australia. Y toca aprender cómo vivir mis 22 años… Y los que me quedan.
Aduana australiana
Ya sé que la aduana australiana tiene una fama de costarte horas y quién sabe si alguna preocupación, o al menos ese parece ser el miedo que mete toda madre en ti… ¡Pero para nada! ¡Como cualquier otro control!
Lo único a destacar -porque es lo único que podría contar como aduana- es que al bajar del avión rellenas un papelito con tus datos personales y afirmando que no llevas comida ni medicamentos ni explosivos que declarar. Luego haces la cola para ciudadanos no australianos, que en mi caso fue tan solo de dos personas, el australiano encargado de ello se fía de tu palabra y… ¡te sella el pasaporte! 🙂
También es verdad que el aeropuerto estaba muy tranquilo y teníamos pintas de llevar veinticinco horas viajando y de quedarnos aún otro vuelo más de cuatro horitas para cruzar toda Australia de Perth a Brisbane.
Y eso sí, todos super amabilísimos y contentos y orgullosos de tenerte en Australia. ¡Aquí ser inmigrante es algo positivo!
Este es el papel a rellenar para que te sellen el pasaporte de entrada a Australia:
Video
¡Haz click aquí para ver el video del vuelo de 30 horas Barcelona-Dubai-Perth-Brisbane y/o cómo es por dentro un A380, el avión de pasajeros más grande del mundo!
MI PROPIO ÍTACA 